jueves, 21 de febrero de 2013

Acto intencional para descifrar tatuajes encriptados


Sinestesia de buena vida decantada en iluminadas marcas. Dentro de las más intencionadas existen mis tatuajes. No concibo estar a cierta distancia del cuerpo en que persisto. La tinta abrazada a la piel es una representación simbólica del sujeto. Según las cartas del designio debieron ser tres. Cada uno viviendo en particularidades. Bajo su propia importancia.  Vista en ensamble, dicha simbiosis grafica representa un componente de mi identidad. Amalgama del fui, soy y seré.

Para la materialización del antiguo deseo la ubicación se constituyo en un presupuesto fundamental. Pensé en la parte alta de la espalda contigua a los hombros, espectro de mi cuerpo que presentía acoplarse a la tinta. La primera ocasión no concreto una experiencia agradable. Decepción frente a lo imaginado. Había cumplido 18 años y buscaba marcarlo con una señal. Abreviar una idea. Convencido medite la posible forma. Visualice con exactitud las dimensiones de mi omoplato izquierdo. De pronto, apareció congelado un inspector Gangter en dos tonos marcando un emblema de orígenes. Aquel detective pertenecía a una orquesta musical propiciadora de un valle de balas. Precursores, junto a otro puñado de bandas, del boom del ska en el Sur de América, hablaban en propiedad de Desorden Público.  Me sentí identificado.  Llegue a tan pequeño local atendido por un caballero de largos dreadlocks que no gustaba del reggae.  Contemplo mi invitación, me sentó en una silla y comenzó su trabajo. Millones de punzadas por minuto atravesando el lomo para sentir la carne. Sensación de adrenalina colmada de un inexplicable dolor al que llegue a acostumbrarme. Guantes de cirugía, aroma de alcohol medicado, servilletas de cocina manchadas de negra tinta mezclada con sangre.

Pasada la hora de sesión estaba seguro del final. Por desgracia la noticia fue otra. Según me explico el dibujante el muñequito a blanco y negro había quedado pálido porque mi piel de sensible pigmentación expulsaba altas cantidades de líquidos rojos. Era necesario hacer dos o tres sesiones. No comprendía lo que había pasado. Triste salí del lugar con el peso de la desilusión y una caja de terramicina. Pague mi precocidad por lo que nunca regrese. El lugar no era el mejor, el tipo no me simpatizaba. Deje las cosas como estaban.

Desorden Público primer disco. Logo tatuado en la parte superior
Pasó largo tiempo para que recordara una tarea pendiente. Resolví ampliar el sentido de esa paupérrima imagen. Quería darle color, sonido, ritmo. Así se comporta el reverso de mí. Volvieron las reflexiones. Había que fabricar un concepto. Buenos vientos inspiraron un día de euforia. Positiva calificación que enorgullece el alma. Me entregue a fumar la noche.  Extenso camino por la séptima avenida. La naturalidad me coloco en una tienda de aretes y tatuajes, antes antiguo bar. Dos calles después de la cincuenta y tres. Presentí que había encontrado el lugar. El pintor se presento. Lo apodaban Kike, menudo rockero de delicados trazos. Decidí confiarle el secreto. Planeaba montar una galería ambulante de arte en mi espalda. Yo el curador, sugerí puntuales puntos de vista. Buscaba reanimar al inspector, desprender un mensaje desde la columna vertebral, y completar el costado derecho con otras influencias.

El artista: Mr. Kike

Bien, pactamos una cita. Como cualquier oferente me enseño su propuesta. Era justo lo que estaba buscando. Así lo había imaginado. Sellamos el trato. Los nervios me dominaban. Esta vez, tuve que recostarme en una camilla de cómoda almohada. Sentí que algo comenzaba a suceder de nuevo. Pasada hora y media, flotaba extasiado de la concentración con que el artista condensaba la exposición.  Ningún rastro de duda. Era él, la aguja, mi entidad. Sutileza en máximo esplendor.  El entorno debía ser compatible de lo contrario la idea fracasaba. Higiene absoluta. El juego de los colores en una pequeña paleta. Copos de nieve de anestésica energía. Luz de neón.  Había dolor, por su puesto. La corporalidad es la constitución de un delicado tesoro. Decidimos hacer una pausa. Retomo el trabajo con calma. La concentración continuaba. En aquella camilla mi mente construía  maravillosas sensaciones. Saturninos pensamientos sobre lo que estaba sucediendo. Conjeturaba la tinta circulando para impregnarse en la piel. La aguja perforando rápidamente los huesos. La música transformándose en iconografías. Piezas mortales de una sopa de letras, humano respiro de alegría, satisfacción de cumplir un proyecto.

 Borrador del diseño

Poseo especial cariño por tales tatuajes. Si me disgustaran mi vida sería una pesadilla. Viven escondidos esperando el momento indicado para mostrarse. Habito autobiográfico. Es agradable pensar que jamás podre ver  aquellas pinturas con mis propios medios. Tan solo si me esfuerzo en  girar bien la cabeza, aspiro a encontrar las direccionadas puntas. Es por lo tanto, una condición sine qua non recurrir a espejos o fotografías para entender cómo se comportan.

Momentos posteriores al final de una idea

La Mano Negra, a la derecha, trasmite ironía. Navegante de canciones enajenadas en distintos idiomas. El expreso del hielo, la  idiosincracia de Barcelona, fiebre de putas, Fidel Nadal, faro Guayaquil. Presentaciones en barco cargado de aventuras, míster matanza, Hot Pants, los dados mágicos, ciudad planeta. Aquel de la izquierda, es el veterano que ha vuelto  a ser joven. Se ha apoderado de la danza de los esqueletos. Latino a flor de piel, saxofones molotov prediciendo economías, África regresando al Caribe. Un tributo al sello de Jerry Dammers, Tokio enloquecida, primer cassette, zapatos resbalosos, inolvidable concierto, skapate conmigo. Del centro se desprende la combinación de una expresión. El sound system de mi espalda. Tocadiscos sin nombre, punto de partida, let it play. Las alas Freedoom/Sound son la culminación de una inmensa bola de fuego que lanzaron los Skatalites. Virtuosas armonías instrumentales que desatan la libertad y el sonido. Discursos sobre lo esencial de mi lenguaje. Lejos de todo ideal, ambas palabras son una convicción. Presupuesto existencial. Prisma de letras que se descompone para emboquillarse en significados poseedores de un único carácter. Cuenta regresiva de lanzamiento de toda fiesta musical, temblor que imprevisible momento altera. En la parte inferior, emblemáticas banderas recuerdan diásporas. Caribeñas historias que se conjugaron en Europa, barcos de miles de jamaiquinos conquistando islas lejanas. Nuevos Trenchtown en el sur este de Londres. El éxodo de Bob Marley, los viajes de Prince Buster, las Colecciones de Trojan Records, mutación precursora del rocksteady. Misteriosos secretos que descansan en patrimonios culturales que no desaparecen. Necesidad de preservar las raíces: el chiken jerk, los carnavales de Notingh Hill, la furia de Hailie Selassie. Escenas que en mi se humedecieron.  Colores tatuados que mi colombianidad enriquecen.  Ante el sonido la libertad se divierte en la memoria del alma. Paso despacio las manos sobre la galería ambulante de mi espalda. Siento ganas de bailar. ¡PICK IT UP, PICK IT UP, PICK IT UP!



2 comentarios:

  1. "Planeaba montar una galería ambulante de arte en mi espalda. Yo el curador, sugerí puntuales puntos de vista." Me encantó esa frase.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra saber que esa frase gustó,también me entretiene verla escrita. Gran abrazo. Buen viento.

      Eliminar